Guanajuato requiere modificar a fondo su cultura y gestión del agua.

Mariana Cárdenas González MES, Ph.D. es originaria de Dolores Hidalgo, con postdoctorado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston. Recientemente realizó en Villa de Reyes, San Luis Potosí, en frontera con el norte de Guanajuato, —-junto con especialistas del hospital de la mujer Brigham, escuela de medicina de Harvard, además de la UASLP y el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco, A.C./CIATEJ—-, un estudio que evaluó el efecto de la exposición a varios tóxicos ambientales sobre la salud renal en niños. El principal hallazgo fue que estos niños tenían altos niveles de exposición a arsénico y cromo asociados a moléculas de daño renal. El grupo ha publicado sus hallazgos en la revista indexada Environmental Research. Cárdenas-González y colaboradores, 2016. Environmental exposure to arsenic and chromium in children is associated with kidney injury molecule-1. Environ Res. 2016 Jul 14. pii: S0013-9351(16)30267-5. doi: 10.1016/j.envres.2016.06.032.

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Tú has expresado que la insuficiencia renal se manifiesta demasiado tarde y la persona muere por hipertensión o diabetes. De ahí que es muy difícil para el sector salud afirmar que hay presencia de la insuficiencia renal en una determinada región porque los registros hospitalarios no lo reflejan. De ahí la resistencia de las autoridades de reconocer el problema.

Mariana Cárdenas

El desarrollo de cualquier enfermedad crónica como diabetes mellitus (tipo 2) o hipertensión depende de la conjunción de tres factores de riesgo: el genético, el ambiental y el de estilo de vida. Específicamente hablando de la enfermedad renal crónica en el norte de Guanajuato, estoy segura de que hay un factor genético en estas poblaciones que las está haciendo susceptibles a padecer la enfermedad. Sin embargo, hasta ahora no se ha dilucidado. Y aún estudiándolo no podemos darle una solución porque la terapia genética no es una realidad, ni siquiera en países de primer mundo.

Pero sabemos muy bien que los factores ambientales y de estilo de vida son relativamente fáciles de controlar y modificar. Yo soy toxicóloga y me interesa el factor ambiental, específicamente la exposición a tóxicos ambientales que pueden estar involucrados en el aumento de esta susceptibilidad para que se desarrolle este tipo de enfermedades crónicas, sin ser necesariamente el causante directo. Establecer la relación entre exposición y el desarrollo de una enfermedad crónica es una tarea complicada; este tipo de enfermedades, como ya se mencionó, son multifactoriales. Sin embargo, la disminución de la exposición a tóxicos junto con la modificación hacia un estilo de vida más natural y orgánico trae como consecuencia la disminución del riesgo a padecer una enfermedad de este tipo.

Con respecto al estilo de vida pensemos en que la mayoría de la población mexicana no come bien. Tenemos dietas altas en carbohidratos, que han provocado una alta propensión a la obesidad, diabetes e hipertensión arterial. Por otro lado, la mayoría de la población no toma agua, sólo cuando los labios están secos. Es decir, tiene deshidratación crónica. Por ejemplo, en muchas de las comunidades donde existen estudios de calidad de agua, y donde se ha reportado niveles altos de algunos tóxicos, la población está espantada porque sus pozos están contaminados, entonces en lugar de agua toman refrescos. La suma de estos factores de riesgo por su estilo de vida igual aumenta el riesgo para padecer enfermedades, sobre todo de tipo crónico. En teoría, el factor de estilo de vida sería fácil de controlar, pero yo te invito a decirle a una persona en la comunidad que cambie sus hábitos y te vas a topar contra la pared. ¿Cómo cambiar la idiosincrasia de los pobladores?

A final de cuentas, el factor ambiental es el más fácil de controlar. Cerramos pozos contaminados, reducimos la contaminación ambiental, ponemos filtros, capturamos agua de lluvia…eso es facilísimo de hacer. Aún así, sólo estamos atacando un factor de riesgo.

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Tus declaraciones ponen los hechos en perspectiva. Para las autoridades diluir el agua contaminada con agua de pozos no contaminados es una manera de cumplir con la norma oficial de salud y darle solución al asunto. ¿Qué piensas de estas medidas inmediatas?

Mariana Cárdenas

Esto es interesante porque los niveles máximos permisibles de fluoruro en México son muy parecidos a los que tiene la Organización Mundial de la Salud/OMS que es 1.5 miligramos por litro (mg/l). Sin embargo, este límite permisible se estableció para países que no están dentro de la franja tropical, es decir, poblaciones con temperaturas de templadas a fría y con un consumo de agua promedio de 1.5 litros diarios. Para quienes vivimos en la franja tropical, léase gran parte del territorio nacional, lo que se ha sugerido es que el límite permisible para fluoruro en agua de bebida sea de 0.6 mg/l. Pero aquí seguimos usando limites permisibles como si estuviéramos en Europa.

Para el arsénico, la norma mexicana dice 25 microgramos por litro. La OMS establece 10 microgramos como el límite máximo permisible. Sin embargo, se han observado efectos nocivos a la salud humana incluso en concentraciones menores a 10.

Quisiera aclarar que ninguno de estos límites permisibles se han establecido adecuándolos a las condiciones climáticas específicas de la región, al volumen de agua promedio consumido, o a otras fuentes de ingesta de la población mexicana. Técnicamente deberíamos de manejar límites permisibles menores a los actuales. Lo que yo he escuchado y entiendo es que en zonas como Durango, San Luis Potosí y Guanajuato tener agua con estos niveles ideales de concentración sería muy caro y requeriría altos costos de mantenimiento.

El problema aquí, —y es donde entiendo la parte político-económica—, ¿cómo le dices a un estado que cierre sus pozos cuando la agroindustria es una de las partes fundamentales de su economía y paradójicamente la que absorbe la mayor cantidad del agua extraída del subsuelo?

Si yo tuviera una solución inmediata, sería una modificación de fondo en términos de cultura y gestión del agua. Sin un cambio cultural no puede darse un cambio en la gestión del agua. Si en mis manos estuviera cerraría pozos, por supuesto. La concentración tóxica de elementos como el fluoruro y el arsénico se ha exacerbado por la sobreexplotación de los acuíferos. Por otro lado, se maneja el término restauración de acuíferos, propiciando su relleno. Sin embargo, para la recuperación total estaríamos hablando en tiempos geológicos. Para regenerar un acuífero necesitamos muchos años.

Por ejemplo, San Miguel de Allende está creciendo de manera pavorosa. Zonas que podrían mejorar la recarga del acuífero están totalmente deforestadas y/o pavimentadas. Ahora toda esa agua se va al drenaje. Habría que pensar en soluciones a otro nivel y que tengan consecuencias a futuro. La gente piensa que el agua es un recurso renovable y de ahí su resistencia para hacer cambios culturales. Pero el agua no es renovable; ahora se le considera el oro azul.

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Estamos padeciendo una economía depredadora que es global. Sin embargo, hay países que han resuelto esta problemática. ¿Cómo se ve esta problemática desde la óptica de Harvard donde se supone tienen un conocimiento de las crisis del mundo?

Mariana Cárdenas

En el sector científico hay dos vertientes. Están los científicos muy teóricos, de ciencia básica que se concentran por ejemplo en descubrir la proteína que se presenta porque el tóxico llega a tal célula, información loable y que abre nuevas líneas de estudio y futuros proyectos. Para estar en el Conacyt tienes que publicar un cierto número de ensayos. Para seguir en el sistema tienes que estar muy activo. Tienes esa presión de publicar y lo más rápido que puedas y cuanto más, mejor. Yo hice ciencia básica cuando inicié mi carrera y me sigue gustando muchísimo.

La otra línea a la que me estoy adhiriendo desde que me fui a Harvard es la ciencia aplicada, que estudia los hallazgos, generados por la ciencia básica, para resolver problemas prácticos. Los que estamos en esta línea somos pocos y las publicaciones también. Es difícil encontrar una relación directa entre la exposición a los tóxicos y la enfermedad. Primero porque tienes que esperar mucho tiempo para establecer esta relación. Se llaman estudios longitudinales. Se hacen estudios de cuando los sujetos no estaban enfermos, pero ya tenían exposición. Te esperas cierto tiempo (años) en lo que se desarrolla la enfermedad o el efecto que estás observando y luego revisas qué sucedió en ese tiempo y cómo influyó la exposición en el desarrollo del efecto observado (enfermedad). Esto requiere de tiempo, dinero y recursos humanos. Hay muy poco apoyo porque son estudios muy caros y porque las publicaciones no son tantas.

En mi experiencia, las soluciones que yo podría dar no son rápidas, como en el caso de Villa de Reyes. El mayor primer problema ahí es que los niños están expuestos a cromo, entre otros agentes tóxicos. Nosotros encontramos asociación de cromo con daño renal, pero el cromo tiene otros efectos adversos sobre la salud humana, como el cáncer. La única muestra ambiental que teníamos era el agua y el cromo no lo encontramos en el agua. Entonces la pregunta es: ¿cuál es la fuente del cromo? Si yo no sé de dónde viene no le puedo decir a las autoridades e instituciones qué es lo que hay que eliminar del medio ambiente.

Yo empecé este estudio en 2014. Para 2017 no tengo una solución. Por supuesto que hay que regresar a la población, decirles cuál es la problemática para que ellos también puedan tomar una decisión y moverse desde sus trincheras, pedir que se investigue la fuente de exposición a cromo.

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Tú has dicho en otras entrevistas una frase muy importante: cada quien es responsable de su salud. ¿El trabajo de divulgación sería una solución? Independientemente de todo el apoyo que necesitas para sacar adelante los estudios, empoderar a la ciudadanía con información es una salida estratégica y nada costosa. En la educación está la clave del cambio.

Mariana Cárdenas

Hay que gente que ni siquiera sabe lo que es un tóxico, y si lo sabe la mayoría de ellos no sabe dónde están, cómo nos exponemos a ellos y qué efectos tienen sobre la salud humana. Lo que estoy haciendo ahorita es divulgación. Qué es un tóxico, cómo te expones y demás. Desde ahí me estoy moviendo ahora. Si yo estuviera ahora trabajando en una institución académica, porque de hecho tengo las muestras de Villa de Reyes, podría confirmar mi sospecha y es que la exposición al cromo podría venir del polvo. Esto nos daría elementos para actuar.

Este tipo de estudios involucra lo económico, lo político, lo social y la salud y son complejos, pues requieres de una estrategia multidisciplinaria para su ejecución.

Pero es la gente la que tiene que movilizarse. Además, son votantes, al final del día lo que interesa a los tomadores de decisiones son los compromisos políticos y quieren tratar de quedar bien con la población. Pero nadie va con la población para explicarles que si el agua está contaminada con minerales, la solución no es hervir el agua —como piensan las madres de familia— porque se concentran aún más los minerales y el problema va a aumentar, aunque elimines los microorganismos. Nadie se toma el tiempo de hacer esto.

En Dolores Hidalgo me puse en contacto con escuelas preparatorias para hacer este trabajo. También he dado charlas en el Charco del Ingenio y entrevistas en Zona Franca, además de conferencias en la Universidad de Guanajuato. Quiero divulgar lo más que se pueda.

Estoy en varias organizaciones como La Hermandad de la Cuenca de Independencia. una coalición de organizaciones civiles, organizaciones de base, rurales y urbanas, centros de investigación (UNAM e INIFAP), una parroquia de la iglesia católica, investigadoras y activistas, unidos por la defensa del derecho al agua.

La otra organización es una en la que queremos hacer un inventario nacional de la calidad del agua (INCA). Queremos lanzarla como una aplicación para teléfonos inteligentes, por ejemplo donde puedas consultar la calidad del agua según el estado, municipio, o comunidad donde te encuentres. Saldría un mapa con todos los niveles de medición sobre calidad del que se han reportado. Actualmente, estamos reuniendo todos estos datos y construyendo la base de datos.

El problema de Guanajuato es que tiene una tragedia ambiental y no hay evaluaciones ni diagnósticos de la situación. He observado por ejemplo que, los lugares donde hay enfermedad renal crónica, coincide con la región que ocupa el acuífero de la Independencia, altamente contaminado con elementos como arsénico y fluoruro. Sin embargo, el problema en los hospitales es que no hay un registro de esta enfermedad, la enfermedad se encuentra sub-registrada tanto a nivel nacional como internacional. Cuando una persona tiene enfermedad renal, muere por hipertensión o diabetes, es difícil describir cuál es la etiología de la mayoría de las enfermedades renales. De ahí que es muy difícil para el sector salud afirmar que hay presencia de enfermedad renal en una región porque los números no lo reflejan. A eso me refiero con la necesidad de hacer un diagnóstico. No sabemos cuánta gente está expuesta y cuáles son los efectos a la salud humana asociados con tal exposición.

Debemos de pensar además en las otras fuentes de exposición que podrían ser importantes en la zona: el polvo, y los agroquímicos. Ambos inexplorados pero que en la zona son fuentes potenciales de elementos tóxicos.

Por último, la dificultad de llegar a acuerdos oficiales con respecto a las cantidades de tóxicos que se encuentran en los pozos tiene que ver con la diversidad de circunstancias en las que se han toma las muestras para su evaluación. Tenemos mediciones con diferente temporalidad de muestreo, diferentes metodologías y técnicas de evaluación.  Pero en todos los casos, todos están por encima de la norma, tanto de la OMS como de la norma mexicana. Es decir, el peligro está ahí. Hay exposición, y es alta.

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Entiendo que si no existe un acuerdo oficial sobre los datos duros, las instituciones tampoco se deciden a definir políticas públicas. Lo único que veo claro es que la divulgación se presenta como la única salida para que cada quien se haga responsable de su salud porque tiene la información en la mano.

Mariana Cárdenas

Siento a la población muy apática y muy enfocada en culpar a otros por sus padecimientos. Pero esto se queda en un grito ahogado sin ninguna consecuencia. Por otro lado, los académicos que se acercan a las comunidades para estudiarlas nunca regresan. Los pobladores están muy cansados y desalentados. El sector científico está muy desprestigiado en este sentido, además de que no sabe comunicarse con los demás. Necesitamos carisma para entrar en una comunidad e informar a la gente hablando su mismo idioma. Y esto no es nada fácil, pero es indispensable. Quiero llevar a cabo una caravana de divulgación en las escuelas pues me parece urgente.