El buen uso del agua y del suelo debería ser reconocido por el consumidor final
Entrevista con Ignacio Soto Gutiérrez quien ha sido presidente del Consejo Estatal Agroalimentario, vicepresidente de la zona Centro-Occidente del Consejo Nacional Agropecuario, presidente de la Unión Agrícola así como de la Asociación Agrícola de San Miguel de Allende.
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El año pasado nos dijiste que para equilibrar el acuífero para el 2040 había que llegar a la meta de 15 mil hectáreas de riego sometidas a goteo por año. En todos los sectores se habla del agua pero cuando las autoridades aplican los presupuestos, éstos sólo dan para mil o dos mil hectáreas por año. ¿Qué ha sucedido en el 2019 con los presupuestos?
Ignacio Soto:
Hubo un aumento de presupuesto pero realmente es una disminución. El 35 por ciento lo destinaron a seguridad aunque lo mantienen en el ramo de productividad. Ese se va a destinar a la guardia rural, lo que hace que el presupuesto tenga un 35 por ciento menos, a pesar de que hemos hablado con el secretario de Agricultura comentándole que si no hay un cambio de visión en lo hídrico, Guanajuato va a sufrir una crisis terrible en 20 años.
Ahora se agrava el problema por una crisis federal donde todas las asociaciones civiles serán desprovistas de apoyo a partir del nuevo régimen, sin medir las que están trabajando y las que no. No todas son corruptas. A esto habría que agregar los adeudos de luz para sacar el agua de los pozos que están afectando también la producción agrícola.
Hace unos días tuvimos una reunión con Alejandro Arenas, presidente de los Bancos de Agua propuestos por la Conagua. Se pretende crear uno en Guanajuato. Todavía no tiene muy claro el panorama de lo que hacemos. Ellos traen una visión de que se desperdicia el agua. En esa reunión le dijimos todo lo que se está logrando en este sentido.
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¿Qué posibilidades tiene la nueva directora de la Conagua, Blanca Jiménez Cisneros, para cambiar la visión hídrica del país?
Ignacio Soto:
Está muy conciente del problema del agua y tendrá que enfrentar la burocracia de la Conagua. Lo que nos preocupa es que no le den el presupuesto suficiente. Ella quiere cambiar la cultura del agua que es bastante corrupta. Guanajuato sigue teniendo el 28 por ciento de los pozos del país y ella sostiene una visión regional del agua. No podemos comparar Guanajuato con Tabasco. Nosotros necesitamos retener el agua y Tabasco requiere de obras para conducir el agua. La ley federal tiene que modificarse también. Baja California está desalinizando el agua de mar y está pidiendo que al Mar de Cortés del Pacífico se le considere como una nueva cuenca. Con eso dejan de perforar el subsuelo y podría ser la primera cuenca positiva en México porque implica un exceso de agua dulce.
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¿Podríamos llegar al extremo de que se tenga que racionar el agua en Guanajuato?
Ignacio Soto:
El primer uso del agua es humano. Pero estamos en una encrucijada. A los agricultores nos piden garantizar la autofusiciencia alimentaria. Cada cinco años México aumenta su población en 10 millones de habitantes. Si tenemos que sembrar con riego, cada vez estaremos consumiendo más agua subterránea. Le comenté al secretario de Agricultura que el riego por goteo debería cubrir el 90 por ciento de la producción, al mismo tiempo que se limita la frontera de riego. Es decir, si tenemos riego para 40 hectáreas, no porque tienes el goteo abarques 80 hectáreas. Así no ahorramos agua.
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¿Qué panorama ofrece el nuevo gobierno de Guanajuato?
Ignacio Soto:
Es necesario que existan metas y objetivos para medir qué es lo que hace un gobierno. Decir nada más que se invierte en riego por goteo es muy fácil, ¿pero sabemos si el abatimiento del acuífero está disminuyendo? Eso no se está midiendo. Creo que la nueva política del gobernador es esa: definir metas y objetivos. Ojalá se logre.
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Se pide autosuficiencia alimentaria pero pregunto ¿en qué suelos? ¿Tienen los agricultores estrategias para la regeneración de los suelos agotados?
El suelo se da por hecho en la producción de alimentos. Olvidamos que es un recurso que tenemos que cuidar. Hablamos de que la erosión en Guanajuato es de 15 toneladas de suelo por hectárea. Es suelo que se pierde cada año. Es muchísimo. Las políticas actuales no lo miden y los que estamos en la agricultura muy tecnificada sí lo estamos protegiendo. Pero es mínima la cantidad. Son cultivos muy caros. Sólo lo paga la exportación. Nos falta hacer costeable esa tecnología.
Hace poco tuvimos un fuerte enfrentamiento con las cervecerías. Guanajuato es el principal proveedor de grano de cebada. Y este año no se sembró porque las cerveceras siguen aplicando un precio inferior a lo que se paga en el mundo. Ellos dicen que debemos ser más eficientes con la tecnología. Pero un agricultor que sólo gana mil pesos por hectárea y cuenta con un promedio de 2.5 hectáreas, no hace nada con 2 mil quinientos pesos al semestre. ¿Qué tecnología puedes implementar? Sólo le alcanza para comer y salir a chambear de albañil en otra parte. Esto sucede sobre todo en las zonas del Bajío. El comercio justo no está llegando a la economía local. Y las grandes transnacionales no lo están reconociendo.
Junto con la Asociación de Horticultores y Productores de Hortalizas con Responsabilidad Social tuvimos una reuión con los representantes de Wallmart y otras grandes compañías que están ahorcando a los mercados locales y a las tienditas. Les pedimos que por lo menos reconozcan los esfuerzos de los agricultores por sostener buenas prácticas con el medio ambiente. Mediante etiquetas de garantía estaríamos educando al consumidor para que también pague y reconozca estos logros nacionales.
Todas las empresas mexicanas que exportan tienen que cumplir con normas internacionales muy estrictas. Exigen más controles en México que en Estados Unidos. Si vemos una plantación de jitomates, fresas o naranjas en México y luego vas a Florida, dirías que México es el primer mundo y aquellos son del tercer mundo en cuanto a condiciones sanitarias. Quienes exportan no tienen ningún problema financiero. Están acostumbrados a producir lo que les pide el mercado y lo hacen muy bien. Es un nicho elitista que puede pagar el sobreesfuerzo de los controles sanitarios y el cuidado del agua mediante alta tecnología.
El problema lo tiene el productor nacional. Sus esfuerzos por conservar el agua y el suelo no está contemplado en el precio de sus productos. No hay un reconocimiento. Cuando vas al super nunca preguntas de dónde vienen esos productos y tomas la marca que más te gusta, pero no la premias. El consumidor no tiene conciencia de los sellos que garantizan un buen uso del agua y del suelo. Los jóvenes hoy día están más concientes de lo que consumen pero no les estamos dando las herramientas para consultar. El buen uso del agua y del suelo debe ser reconocido por el consumidor final que es quien manda.
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Los datos duros que has manejado con respeto a la erosión de los suelos y la sobreexplotación del acuífero indican que las prácticas para el cultivo deben modificarse, así como debe modificarse la visión hídrica de las autoridades. ¿Cuál es tu visión de la agricultura regenerativa o la agroecología?
Ignacio Soto:
Es padrísima. El problema es que son esfuerzos aislados, nichos de mercado. Son muy pequeñas las superficies. Se requiere de grandes estímulos para hacer bien las cosas y debe haber políticas públicas para ampliar estas superficies y convertir esta práctica en un bien público. En México nos falta liderazgo con claridad de objetivos y metas.
Nosotros tenemos record de orgánicos y de agricultura protegida para el cambio climático. Al producir los orgánicos quiere decir que hay gente que respeta el suelo, el agua y a los trabajadores. Y trabaja con ellos de la mano. Además, es capaz de certificarse ante un externo.
Por otra parte, la agricultura protegida para el cambio climático tiene que estar en un microclima. Implica conservación de suelos. Muchos lo hacen con hidroponia, un uso supereficiente del agua. Lo que nos falta es medir el ahorro del agua con este tipo de producción. Pero nadie nos pide este dato. Somos nosotros quienes debemos exigirle al gobierno para que nos proporcione ese dato. Siempre nos dicen cuánto se gasta, pero no cuánto se ahorra. Lo estamos exigiendo en lo estatal, lo federal y municipal.
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¿Qué porcentaje de los agricultores de Guanajuato exportan?
Ignacio Soto:
Sólo el 4 por ciento. Son 40 mil hectáreas del millón de hectáreas cultivadas en el estado de Guanajuato. El otro 96 por ciento corresponde al agricultor tradicional. En total, tenemos 600 mil hectáreas de temporal y 400 mil de riego. El éxito y la riqueza se concentra en ese 4 por ciento.
Por eso creo que que dejar fuera de las políticas públicas a lo estados que exportan es un error. No todo el estado es rico. Aquí en Guanajuato vemos una extrema pobreza y el agricultor no vive de eso. Tiene que trabajar en otra cosa y cultiva la tierra porque se la heredaron, no porque la quiere. Tampoco tiene buenas prácticas y lo que cosecha no es ni para el autoabastecimieto.
Está claro que el agricultor que exporta no necesita de apoyos. Está montado en la cadena de la economía de mercado. En Europa un agricultor pertenece a la clase media. ¿Por qué un agricultor tiene que ser pobre? Hay que quitar ese concepto de que el agricultuor es pobre o tiene que ser pobre. Es una persona que produce, paga impuestos y es capaz de generar alimentos sanos para su país.