La Voz de los Jóvenes

Karen Zúñiga, Juan Manuel Espinoza y Omar Bárcenas son jóvenes estudiantes y coordinadores de la logística del programa la Ola de Julio que impulsa la asociación civil El Maíz Más Pequeño, en colaboración con el sistema de bachilleratos CECyTEC en San Miguel de Allende. Tanto Karen como Juan Manuel cursan la carrera de mercadotecnia en la UNITESBA, municipio de Celaya, mientras que Omar cursa la carrera de administración en la UNIDEG, municipio de Comonfort. El diseño del programa es un ejemplo piloto de lo que en el mediano y largo plazo podría transformarse en grupos de trabajo para generar acciones concretas que atañen a la cultura del agua en las distintas comunidades de la región.

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¿Desde cuando existe el programa la Ola de Julio y cuál es su origen?

Karen:

Este programa lo gestionamos la asociación civil El maíz más pequeño que dirige Henry Miller y el CECyTEC de San Miguel de Allende para que las 480 horas de servicio social que tienen que cumplir los jóvenes en sus escuelas, se lleven a cabo dentro del programa la Ola de Julio. Son talleres y visitas guiadas que preparan a los muchachos para el relevo generacional entre jóvenes y adultos. Necesitamos jóvenes preparados para enfrentar los problemas que se viven y deben ser responsables de las decisiones que se tomen en el mediano plazo. Si no tienen información ni conciencia de lo que está sucediendo, las decisiones no van a ser favorables para su proyecto de vida ni para el medio ambiente.

 

El vínculo de los jóvenes con la generación mayor se está rompiendo. Y eso es lo que hay que rescatar. Hay tanta información que debemos adquirir. Es un cordón umbilical con la Madre Tierra, pero se está rompiendo. En las escuelas se imparten materias sobre el medio ambiente pero de manera sumamente superficial. Se manejan datos sobre el cambio climático y demás, pero no hay forma de que los jóvenes lo conecten con lo que ellos viven. Por eso fue muy grato ver la experiencia con los chicos que entraron a la Ola de Julio, —en un principio de manera un poco tímida— pero terminaron apropiándose de la situación tomando decisiones, tomando riesgos, identificando problemas. Lo que es sumamente importante es que pudimos darles ese espacio donde ellos se sintieron cómodos, libres y pudieron opinar abiertamente. Se empoderaron totalmente con todos los temas que propusimos y pudieron vincular su proyecto de vida con el medio ambiente.

Además, usaron el arte para expresarse. Se aproximaron al teatro, aunque de manera ligera… y pintaron un mural. El arte es un recurso asombroso para liberar el miedo. En estos sistemas escolares se castiga mucho el error y eso los limita. Pero en el arte no hay error…simplemente son experiencias que tienen arreglo. El arte es un recurso muy valioso para que ellos puedan sentir confianza en sí mismos.

La idea es que esta dinámica de la Ola de Julio sea una actividad permanente dentro de la educación para que tenga resultados más palpables. Es un proyecto que no sólo está en el papel, sino que ahora se ha convertido en un proyecto piloto experimentado.

No es tan sencillo introducir un programa así dentro del sistema educativo formal. Por eso el servicio social es un espacio ideal. Lo que nació como un requisito de horas de servicio, aquí se convirtió en una convicción, en un interés personal. El verdadero espíritu del servicio social es que sea para toda la vida.

Omar:

Hubo talleres para el autoconocimiento que sensibilizan a los jóvenes sobre sus propias capacidades y recursos. Aprenden a identificar sus emociones, qué importancia dan a ciertos aspectos de su vida familiar, social, educativa y de salud. Así se vuelven más concientes de su propia persona. Porque todo esto va a afectar su proyecto de vida.

Al conocerse a sí mismos, toman conciencia del impacto que tienen sus hábitos en el medio ambiente. Porque así como tenemos recursos internos que nos impulsan a tomar decisiones, hay recursos externos como la tierra, el agua, los animales y las plantas. Ocupamos un espacio y recursos que no respetamos muchas veces.

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¿Cómo reaccionan los muchachos ante este autoconocimiento?

Juan Manuel:

Conforme va pasando el tiempo los muchachos cambian completamente, desde su forma de mirar hasta su manera de apreciar los espacios donde estuvimos, como el Charco del Ingenio donde se llevó a cabo este programa. Llegaron cabizbajos y preguntándose “qué hago aquí”. Era un grupo de 24 jóvenes que no estaban integrados en un principio. Formaban grupitos aislados porque no todos eran del mismo salón. Y conforme pasó el tiempo dejaron de ver el Charco del Ingenio como un espacio recreativo únicamente. Entendieron que es el ejemplo de un sistema de vida y lo tomaron de manera muy positiva. Su mentalidad cambió. Empezaron a cuidar el espacio conservándolo como está, sin basura y apreciando la diversidad de plantas.

Omar:

Sí, llegó un punto en el que obviamente se empezaron a integrar y a tomar conciencia para la toma de decisiones. Fue muy interesante ver cómo relacionaron la naturaleza con su proyecto de vida. ¿Qué quiero ser de grande? ¿Qué tengo, con qué cuento?

Juan Manuel:

Hubo una chica que dijo no saber qué quería estudiar, y al final terminó afirmando que quería ser bióloga. Otro dijo que quería ser arquitecto pero luego explicó que sus construcciones deberían ser amables con el ambiente. Cuando escuché eso me di cuenta de que aquí estaba pasando algo importante. Fue muy padre ver esas reacciones y sobre todo porque empezaron a decir que compartían con sus papás todo lo que estaban haciendo y aprendiendo y cómo ellos los apoyaban. Eso es importante porque el proyecto tiene diversas áreas de formación: una es la toma de decisiones; otras son la población y la demografía. Ahí descubren que alrededor de sus vidas está su familia y los amigos y todos están impactando la demografía. Comenzaron a sentir un arraigo hacia su territorio y la necesidad de conocer mejor a SMA y comunidades cercanas. Este fue un impacto bastante agradable porque los chicos se dieron cuenta de que se puede conocer el mundo desde su colonia, su barrio. Incluso reconocieron que se puede apoyar rescatando algunos terrenos baldíos dentro de sus colonias. Cuando hicieron el recorrido por Via Orgánica conocieron los huertos urbanos que dijeron se pueden reproducir en sus propias casas.

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¿Ustedes le dan seguimiento a estas actividades cuando ellos regresan a su vida cotidiana?

Juan Manuel:

Justamente esa es una de las intenciones del proyecto. Porque participar en la Ola de Julio no sólo implica cumplir con sus horas de servicio social, sino que el servicio social sea para siempre. Y los chicos realmente hicieron servicio social en esta ocasión. Porque muchas veces el servicio social en otras instituciones se reduce a sacar fotocopias, arreglar los archivos y muy pocas veces participan en un proyecto que tiene consecuencias importantes. Ellos se involucraron de verdad.

Omar:

Hubo también algo importante que observamos. Llegó un punto en el cual los chicos llegaban una hora o media hora antes de los talleres que iniciaban a las 9 de la mañana. Eso nos resultó muy motivador. Hubo un participante que se tuvo que ausentar por razones personales pero pidió continuar a su regreso aunque ya sus horas de servicio social no se iban a tomar en cuenta. Le gustó tanto lo que estaba viviendo que quiso continuar por voluntad propia. Eso nos dio mucha satisfacción.

Juan Manuel:

Estos jóvenes tienen entre 15 y 17 años y vimos que el trabajo lo tomaron como algo de interés personal. Otro chico nos decía que todo estaba muy padre porque “cuando nos equivocamos, ustedes no nos regañan, al contrario, nos dicen qué hacer para mejorar”. Y empezaron a tomar decisiones que determinaron el rumbo de la Ola de Julio. Y eso es lo que queríamos, que comenzaran a alzar la voz para decir: “es que en mi colonia está pasando esto…”, o “me gustaría hacer esto para solucionar los problemas que ahí se presentan.” Por lo pronto, junto con Jessy, la psicóloga encargada del servicio social del CECyTEC van a hacer un huerto en la escuela, van a construir una cisterna para captación de agua de lluvia. Ellos van a ser el parte aguas para este tipo de iniciativas.

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¿Estos muchachos vienen de todas las colonias de San Miguel?

Juan Manuel:

Sí, vienen de colonias urbanas y rurales y nosotros seguimos en contacto con ellos para saber qué piensan hacer después de lo vivido en la Ola de Julio. Nosotros queremos darles herramientas. Los invitamos a conferencias y a otros talleres que les pueden servir.

Los chicos también tuvieron una plática con Caminos del Agua y muchos llevaron a sus invitados. Una chica llevó a un amigo y al final éste se acercó y nos dijo que esto era muy importante para él. “Estos chicos están teniendo información que a mí me gustaría tener y quiero saber si me puedo incorporar al grupo.” Finalmente se integró por interés propio. Él forma parte de otro bachillerato y le gustaría empezar con sus propios proyectos. Le gusta la música y se dio cuenta de que tiene herramientas que no estaba utilizando.

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Y al concluir las cuatro semanas ¿hay alguna actividad especial?

Juan Manuel:

Hubo una sesión donde presentaron sketches de situaciones particulares como inundaciones o problemas con la basura. Lo interpretaron y dieron soluciones. Hicieron también un mapa que luego se convirtió en un mural. Una manta que después ubicaron en el Parque Juárez. Ahí vimos que estaban empezando a generar ideas propias. Para su evaluación les dijimos: “Ya vimos que están compartiendo, ya vimos que están empezando a adquirir estas herramientas. Tienen un reto”. Y nos unimos a un programa en el parque Juarez que se llama Iniciación al tiempo libre. Nos dieron un espacio para que compartieran con 170 niños de entre 5 a los 12 años. Les dijimos a los chicos: “su reto es transmitirles a los niños un poco de lo que han aprendido”. Y esa fue la evaluación final. Ellos tomaron la decisión de cómo lo querían hacer. Se dividieron en equipos, hicieron grupos de niños y cada quien, de acuerdo a sus habilidades, compartieron el conocimiento.

Un equipo, a través del mural gigante explicó a los niños partes del mapa que no conocían antes. Hay otra chica que le gusta la filosofía y escribió un relato que otra interpretó a través de un baile. Otros chicos hicieron un recorrido por todo el parque Juarez e iban explicando lo que aprendieron en la Ola de Julio. Otro grupo organizó a los niños para que a través de un dibujo expresaran qué sentían cuando se acercan a la naturaleza. Otro compartió dinámicas de juegos sobre el cuidado del medio ambiente.

De 24 muchachos terminamos siendo casi 200…por eso se llama la Ola de Julio. Y los chicos salieron transformados, empoderados. De una mirada tímida y esquiva, pasaron a una mirada que decía: “Aquí estoy porque puedo y quiero”.

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¿Y ustedes como estudiantes cómo vinculan el medio ambiente con sus carreras? Karen y Juan Manuel estudian mercadotecnia. Y Omar estudia administración.

Karen:

La mercadotecnia no sólo genera riqueza económica sino también social y cultural, así como conocimiento del medio ambiente. Dentro del neoliberalismo la mercadotecnia se ha enfocado en la producción y el consumismo. Pero yo quiero utilizarla para generar este otro tipo de riqueza. Si por ejemplo hay un ecocidio debido a las grandes construcciones, y hay otros ejemplos que podría mencionar, se pueden generar programas que despierten la conciencia y la acción ciudadana en pro del medio ambiente. Y esto se puede combinar con el teatro para reforzar la toma de decisiones.

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¿Y cuáles son los espacios para una mercadotecnica así?

Juan Manuel:

Sí hay espacios. Me gustaría tener una consultoría donde se apoye a las asociaciones civiles para llevar sus servicios a la población que cada una está buscando, sea adultos mayores, jóvenes o maestros. Se piensa que cuando no estás vendiendo algo no puedes utilizar la mercadotecnia, pero no es así. Un mercadólogo es un estratega y puede cambiar un consumismo negativo por uno responsable y social.

También quiero hacer una casa productora. Soy aficionado a la música. A través de proyectos audio visuales quiero llevar un mensaje a los jóvenes que caen en conductas contraproducentes y en manos del narco… Sería un lugar donde puedan tomar clases de teatro, de música, de baile. Quiero cambiar las escopetas por saxofones, la droga por pinceles.

Omar:

Los jovenes somos emprendedores y espero hacer un impacto proponiendo proyectos nuevos donde se desarrolle una conciencia positiva. Proyectos comunitarios para gestionar e impulsar la tradicion cultural. Comonfort es un buen lugar dónde empezar. No está tan invadido por foráneos como otros lugares. Quiero apoyar las artesanías, entre otras costumbres importantes que se están perdiendo.

Karen:

Crear redes con otros grupos es algo que engrandece el trabajo para crear un impacto. Vemos cómo la Ola de Julio es un ejemplo de eso. Participaron El maíz más pqueño, el Charco del Ingenio, Caminos del Agua, Vía Orgánica y CASA, entre muchos otros.