“Y mientras nosotros estamos encerrados las aguas vuelven a cristalizarse, el aire se despeja, los árboles dejan de ser talados y los animales podrán habitar en paz por un tiempo. Estamos viviendo algo histórico: el año en que la Tierra solita obligó al mundo a detenerse”. En las redes sociales circula este asombro. Ha sido la revelación del momento. Porque perdimos total contacto con la naturaleza. Creíamos posible vivir en sistemas económicos abstractos consumiendo sin límite, sobreviviendo según la dictadura del mercado. Llegó el momento de preguntarnos: ¿Quién nos gobierna? ¿En quién podemos confiar? Las visiones del inconsciente están emergiendo. La antigua sabiduría nos está llamando. La verdad interior nos invita a escuchar.

Llegó la hora. Y hay cosas que considerar. Según los ancianos de la profecía Hopi se acabaron los tiempos de buscar a los líderes ahí afuera, ajenos a nuestra vida. Llegó la hora de decir la verdad.

“¡Hay un río que fluye ahora muy rápido. Es tan grande y caudaloso que habrá quienes tienen miedo de introducirse en él. Querrán aferrarse a la orilla. Sentirán que están siendo destrozados y sufrirán mucho. El río tiene su destino”. Los ancianos dicen que debemos soltar la orilla, nadar hacia la corriente del río, mantener los ojos bien abiertos y la cabeza por encima del agua.

Los ancianos dicen: “Mira quién está allí contigo y celebra. En este momento nada debe tomarse personalmente, y menos aún a nosotros mismos. De hacerlo, nuestro crecimiento y nuestro viaje se detendrá. El tiempo de los lobos solitarios se acabó. ¡Reúnanse! Eliminen la palabra lucha de su actitud y vocabulario. Todo lo que hacemos ahora debe hacerse de manera sagrada y en celebración.”

La parálisis mundial que vivimos hoy ha puesto en jaque al sistema. La parálisis ha unido a las personas en la acción, la pausa, eliminando toda distracción para entrar en la quietud. Ha atrapado la consciencia del planeta entero para prestar atención al presente, al aquí y ahora, todos conectados en la misma frecuencia de pensamiento. Todo para escuchar la verdad interior. La antigua sabiduría nos está llamando.

El pánico galopante ante la muerte del sistema y la pérdida de vidas anuncia el fin de los hábitos, costumbres, creencias tal y como las conocemos. Estamos ante la muerte de una idea de sociedad. Un concepto que ya no funciona.

Dicen los ancianos Hopi que debemos tenerle compasión al miedo, verlo a los ojos, aceptarlo, sentirlo, hasta que se trascienda con el corazón, con el coraje y el poder del amor por la vida y la naturaleza de la que somos parte. Dicen que debemos honrar el proceso y sostener la visión de un nuevo mundo en este proceso de transición.

Es la oportunidad para completamente re-imaginarnos, re-inventarnos. Somos seres creadores.

Esta parálisis del planeta esencialmente nos obliga a tomar una decisión: o nos congelamos y nos alejamos de los demás para cuidarnos a nosotros mismos o volteamos para mirar a los demás en solidaridad. Esa elección entre actuar desde el ego o desde la conciencia del ecosistema es una que enfrentamos todos los días, a cada hora, cada momento. Cuanto más se hunde el mundo en el caos, la desesperación y la confusión, mayor es nuestra responsabilidad de irradiar presencia, compasión y confianza basada en la acción.

Gaia está invitando a los creadores del cambio, a los líderes y ciudadanos de todos los sectores, sistemas y culturas a este viaje de transformación de la próxima década. El momento de pausar, sentir, conectarse y actuar juntos es ahora. Porque nadie puede hacer esto solo. Al activar nuestra capacidad de escucha profunda nos apoyamos mutuamente, percibimos lo que realmente está sucediendo y lo que quiere nacer. Gaia nos está ayudando a funcionar como un órgano colectivo de percepción, una capacidad compartida para crear juntos.

Se trata de re-imaginar cómo queremos vivir y trabajar juntos; reinventar nuestras economías para servir al bienestar de todos; evolucionar nuestras democracias de manera que las haga más directas y horizontales; modificar nuestros sistemas de aprendizaje de manera que integren el hacer, el sentir y el pensar. La racionalización generalizada de la vida ha adormecido el conocimiento directo propio de la mente intuitiva. La vida escolar se ha encargado de que los niños borren los impulsos de la imaginación para incorporarse a un sistema de modelos predecibles y estáticos de la vida en sociedad, sin cuestionar de dónde provienen y a quién le sirven. 

Llegó la hora. Según los ancianos de la profecía Hopi se acabaron los tiempos de buscar a los líderes ahí afuera, ajenos a nuestra vida. Llegó la hora de decir la verdad.